La sociedad le ha implantado en los últimos tiempos una
connotación negativa a la palabra vendedor. Esto se debe en gran medida a
la agresividad, la falta de ética, de escrúpulos y el poco profesionalismo de
muchos representantes de este rubro.
La
subvaloración del departamento de ventas lleva a no brindarles a los vendedores
los recursos necesarios para su correcto desempeño, entre estos la capacitación. Esto tiene al plazo inmediato dos consecuencias
negativas:
- Muchas empresas no cuentan con un plantel de vendedores calificados.
- Existe una alta rotación de integrantes del equipo comercial por la falta de contención.
¿Quieres más
malas noticias?
Esto no sucede solo dentro de las empresas. Ser vendedor para mucha gente es el plan B.
Si no les ha ido bien en el estudio, si no han conseguido el trabajo deseado y
han agotado todos sus recursos dicen: “basta,
buscaré trabajo de lo que sea. ¡Así sea de vendedor!” ¿Sí o no?
Y es así como cualquier persona que no ha conseguido
trabajo en ningún otro lugar termina ingresando al departamento comercial de
una empresa que jamás lo capacitará. ¿Cuál
esperabas que fuera el resultado?
Con este
panorama es normal y hasta entendible la reputación que se han ganado los
vendedores. Nos encontramos, mis
queridos amigos, dentro de un círculo vicioso.
¿La buena
noticia?
Podemos modificarlo. Está en nosotros modificarlo. Pues
es nuestra obligación, como vendedores, limpiar nuestro nombre.
Tranquilo. Ser vendedor no es malo.
De hecho el vendedor
es el último eslabón de las cadenas productivas de cualquier empresa. Sin nosotros
no sería viable el intercambio de bienes y servicios, motor de cualquier
economía exitosa. Sin nosotros las estanterías de las fábricas estarían
abarrotadas de productos que nadie compraría. Sin nosotros no llegaría el servicio de videocable a tu hogar,
ni tendrías línea telefónica, ni el automóvil que tanto te gusta
manejar. Sin nosotros no hubieras conocido el Wi-fi.
Las empresas pagan
los sueldos con el dinero que le ingresa de sus clientes a cambio de los bienes
o servicios que ofrece. ¿Quién crees que se encarga de ofrecerlos?
Ser vendedor no es malo.
Somos el único
sector que en las empresas genera pura ganancia. Todos los demás sectores
aportan al costo.
La venta es una
profesión que, como tal, debe ser estudiada y aprendida para luego ser
aplicada. Es una profesión como lo es la medicina o la abogacía. Y como en todo
ámbito profesional hay profesionales buenos y profesionales malos.
Obviamente un
profesional que no se prepara para estar a la altura de su titulo es un
profesional malo. Pasa con un abogado que no sabe de leyes, un medico que no
sabe de medicina o un vendedor que no sabe de ventas.
Un vendedor
improvisado querrá ubicar su producto a toda costa, presionando al cliente para
que lo consuma y utilizando frases hechas y gastadas. Hablará constantemente
sin dejar que su interlocutor meta bocado para luego terminar la conversación
con frases como ¡compre! No solo desperdicia el tiempo de la gente sino que
además les crispa los nervios ¿si o no?
Pero un vendedor
profesional, por el contrario, es la mejor compañía que puede existir y sus
clientes lo saben. Un vendedor profesional sabe escuchar, manejar el
temperamento, realizar preguntas interesantes y analizar las respuestas. Sabe
daros una sonrisa cuando es necesario, se interesa por nuestros problemas y nos
da, porque no, algún que otro buen consejo.
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