Muchas personas tenemos una infalible
herramienta para no sentirnos tan mal al momento de afrontar un fracaso: La
excusa.
Siempre que nuestros resultados no sean acordes
a lo planeado surgirán nuestras heroicas excusas para salvaguardar nuestro
orgullo y delegar a alguna otra persona, razón y/o circunstancia la
responsabilidad del desastre.
Una excusa es
un intento de liberarse de la responsabilidad del
fracaso delegándola a algo o alguien más. Cada vez
que argumentas una excusa pierdes poder. Te victimizas. Dejas en evidencia que no estás dispuesto a
asumir responsabilidades. Pierdes confianza.
Las excusas son infalibles. Siempre dan resultado.
No hay como una buena excusa para salir de una
situación desfavorable con el honor intacto. Además, ¡hay gente que tiene una capacidad formidable para dar las mejores
excusas! Y fundamentadas de manera tan sólida y con tanta convicción que se
hace casi imposible el tan solo pensar en refutarlas.
Si fundamentamos los porqué del fracaso con excusas nunca vamos a
corregir el error que nos llevo a fracasar, pues nunca
descubriremos las verdaderas razones por las que ocurrió el desastre. Por
desgracia es mucho más fácil quedarnos con las excusas.
Es increíble ver como algunas personas se aferran tan fehacientemente a una excusa, que
terminan por creerla. Destruyendo ellos mismos cualquier posibilidad de
corregir las falencias y convertir un fracaso en una posible victoria.
Excusas hay a montones. Y las hay de lo más
variadas. Pero cualquiera y por más buena que sea sigue siendo un autoengaño para no afrontar la realidad:
Fracasamos.
Las razones de ese fracaso, las verdaderas
razones, ¡son las que nos llevarán al éxito! El fracaso es experiencia. Si
logramos descubrir cuál fue el factor que nos llevo a fracasar, sabremos
precisamente lo que NO debemos hacer si queremos tener éxito. ¡Y llegar a tener
éxito seria fantástico! ¿Sí o no?
Te pido, entonces, que fracases. Si, ¡fracasa! Pero fracasa intentando. Equivocarse
es el único camino para detectar y corregir falencias. Para desarrollarnos en
cualquier ámbito de nuestras vidas. Para crecer.
Las
razones del fracaso te brindan las herramientas para el futuro éxito.
Equivócate mucho ¡y en el menor tiempo posible! Cuanto más te equivoques más rápido
encontrarás el éxito. Recuerda que la
repetición de un acto te acerca a la perfección del mismo. Así se adquieren los
hábitos. Los malos y los buenos. Que luego se harán costumbres.
Si no sale a la primera quédate tranquilo. No te
rindas. Conviertelo en hábito. Hazte del hábito de intentar. ¡Llénate de buenos
hábitos! Desarrolla la convicción y la
constancia de intentar “Hasta que…”. Intentarlo hasta que triunfes.
Intentarlo hasta que logres hacerlo. Así se construye el éxito. Intentando,
fracasando, replanteando, corrigiendo, volviendo a intentar.
Si vas a fracasar, que sea por acción y no por omisión. Pues si no intentas por miedo al fracaso, ya fracasaste.
Éxitos.
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